Hago lo que tengo que hacer

Algunos días no sé qué escribir. No se me ocurre nada, no tengo ganas de nada y no me importa nada. Me siento demasiado «yo» para hacer cualquier cosa. Y os aseguro que, en estos días, no es nada fácil sentirse demasiado «yo». Recuerdo, no hace ni un año, que me miraba en el espejo y me decía a mí mismo cosas como «¡vamos que tú puedes!» o «¡bien hecho, coño!». Ahora me miro al espejo y no me digo nada de eso. Veo mi cara envuelta en una expresión de tristeza y aburrimiento, casi de rendición. Si no me rindo es porque no puedo. Así de simple.

Sigue leyendo