Envidia sana

La primera en decirlo fue mi chica. Dijo «no vas a envejecer conmigo». Ella fue la primera en darse cuenta de las dimensiones reales del problema y de esa primera y aterradora consecuencia. Efectivamente no importa casi nada más. Ya sabemos que no seremos como la pareja de la foto y eso es triste. Mucho. Nos impide hacer planes a medio plazo y nos coarta la libertad de imaginar. Nos deja sin alas. Y una relación sin alas tiene mal futuro porque el amor necesita su dosis de novedades, de magia y de sorpresa para soñar con seguir adelante. De lo contrario se estanca, se anquilosa y no evoluciona, no va ni «p´atrás» ni «p´alante».

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