Tantos años creyéndote el rey del mambo y ahora ¿qué? Se acabó el crédito en el banco así que acabas de descubrir que no queda nada de ti. Te compraste todos los electrodomésticos que había, incluyendo televisor gigante y ordenador, te fuiste de vacaciones al caribe varias veces, a uno de esos espantosos complejos de «todo incluido», reformaste tu casa, te compraste otro coche, hiciste muchas cosas pero te olvidaste de ti. No se te ocurrió ni por un minuto hacer un curso de lo que fuese, aprender más cosas, desarrollar alguna afición y aprenderla bien. No. Para qué si con el dinero que tenías…
Pues eso se acabó y tú eres todavía más inculto que antes, porque eres más viejo y has perdido neuronas y memoria. Y mientras tanto tus hijos han ido creciendo observándolo todo, viendo como papá y mamá les daban todos los caprichos y no hacían ningún esfuerzo por educarlos como corresponde. No sabían decir «no». Les dejaban ir dentro del carrito del súper o jugar con las pelotas que están a la venta, les daban de comer a cualquier hora y no esperaban a estar sentados a la mesa, iban detrás de ellos con la comida como idiotas, mientras los niños jugaban y así un montón más de conductas espantosas, propias de un falso nuevo rico.
La mayoría de los padres y madres que veo, actúan como si los bebés ya tuviesen clarísimo lo que les gusta y lo que no, así que no les dan pescado, por ejemplo, porque al niño no le gusta. ¡Ja! No lo sabemos ni los adultos, como para que lo sepa un mocoso de cuatro o cinco años. Lo que pasa es que es mucho más sencillo darles salchichas con ketchup, así la cosa va fluida y nos ahorramos la pelea. En definitiva, no les educamos porque educar cuesta trabajo y esfuerzo. Es más fácil que coman cualquier porquería mientras ven la tele, que estar sentados a la mesa, aprendiendo y respetando las normas básicas y comiendo cosas nuevas, sabores diferentes a los que se tendrán que acostumbrar poco a poco. Pero, como digo, es un asunto de pereza por parte de los padres, que vuelven a casa cansados después de trabajar mil horas en un trabajo de mierda, con un sueldo de mierda y moviéndose en un transporte público de mierda que tarda otras mil horas o en coche soportando un tráfico horrible. Así que cuando llegan a casa no tienen ninguna gana de ponerse a pelear para que el pequeño Albertito o la encantadora Laurita se coman las lentejas.
Es comprensible. Este sistema perverso nos tiene cada vez más cogidos por los huevos. Se inventan problemas y nos venden las soluciones. Nos manipulan a su antojo y hacen que nos gastemos todo nuestro dinero y que vivamos al límite siempre. Y encima cuanto más incultos seamos, mucho mejor, más fáciles de manipular seremos. Yo lo veo desde fuera, como un espectador privilegiado, porque con tanto viaje de acá para allá no tuve la ocasión de caer en las trampas del consumismo y lo único que tengo es una guitarra, una cámara de fotos y un ordenador, así que creo que mi opinión es perfectamente válida porque soy capaz de dar un pasito atrás y ver el conjunto en su totalidad, «the big picture», sin las limitaciones propias de quien lo padece a diario y está realmente inmerso en el problema.
Lo que no tengo son soluciones, aunque sí se me ocurre un punto de partida: apaga la tele y abre un libro. Aunque no lo leas. Solamente el silencio ya te hará bien.
Es lo que hay. Mucha gente creyó que esto era jauja y vivieron por encima de sus posibilidades.
Saludos.
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Sí, pero no les culpo… nadie les dijo que estaban por encima de sus posibilidades. Yo creo que fueron -fuimos- víctimas de un gran engaño, una estafa a gran escala.
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Yo tampoco desde luego, se lo hicieron creer, ibas al banco y todo eran facilidades ¿necesitas 10? no hay problema, te damos 20.
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Totalmente de acuerdo. En la última entrada de mi blog, La Luz del Tiempo, relato una experiencia el una visita a Zugarramurdi. Los maleducados -en la acepción amplia del término- se multiplican, creen que el mundo es suyo y, lo que peor, les importa una m… los derechos de los demás. Todo forma parte de lo mismo, los excesos y el poco sentido común. Allá cada uno. Pero la educación nos afecta a todos, no es algo particular, ni de ámbito exclusivamente familiar. Ya lo pagaremos.
Un saludo.
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Me parece que al final los que deberían leer todo esto no lo leen. Es como el profe que siempre suelta la regañina a los que están, cuando es a los ausentes a quienes va dirigida.
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La peor esclavitud es vivir en la fantasía de que algún día conseguiremos consumir como si fuéramos ricos. Las cosas no cambiarán hasta que no seamos conscientes de que el dinero no puede ser un objetivo en sí, sino el medio para tener una vida digna. Ganar más dinero para comprarse un coche mejor, una tele más grande, o irse de vacaciones más lejos lo único que hace es aumentar esa fantasía. Hemos perdido el contacto con la realidad, con la esencia de la vida. Hemos entrado en una vorágine que nos impide preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos y si es eso realmente lo que nos apetece hacer. Yo gano bastante menos dinero que hace tres años (entonces ya ganaba poco), pero soy bastante más feliz porque estoy haciendo lo que me hace sentir realizado como persona. Un abrazo.
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Cuando hayan desaparecido los lagos, los bosques, los corales, los ríos, las abejas… solo entonces nos daremos cuenta de que el dinero no se puede comer.
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Si ya ver televisión!! es una perdida de tiempo de los mil demonios!!! basura certificada!!!! por el mal uso que le damos!! nadie te dice que no puedes encender el televisor y ver una interesante película!! pero lamentablemente en su mayoría no se usa para eso! por otro lado..¡¡¡ qué consumismo y pérdida de tiempo nos genera el famoso «celular» me provoca una impotencia ver como en un grupo de amigos que se reúnen después de mucho tiempo para tener un momento grato, es increíble como puedes observar que el 99% está todo el rato con el maldito aparato en la mano, y ese uno por ciento restante soy yo que mando el teléfono a lo más profundo de mi bolso, es preocupante como hoy cuesta mirar a los ojos.., yo sé que la tv, y el celular no es el tema pero que influencia ha tenido en este mundo en los modelos de crianza que ejercen hoy los padres!!!
Un abrazo aceituno, buena reflexión! y me encantó el color de las fotografías!
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La verdad es que no se si metería en el mismo saco la TV y los teléfonos. Creo que no. Pensaré sobre ello.
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Stephen KIng habla de la televisión en uno de sus libros, y se refiere a ella como el pezón de cristal. Más explicito no se puede ser. Ahora habría que añadir los smartphones y otros artilugios.
Si en los principios de esta era internáutica hablábamos de estar conectados a la Red. Quizá ha llegado el momento de preguntarse ¿no se ha convertido en una tela de araña? Todos en mayor o menor grado alguna vez nos sentimos atrapados como moscas.
Saludos.
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Igual que comenté antes, no sé si la TV va en el mismo saco que los teléfonos… hay que darle un par de vueltas al asunto.
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Genial como siempre en el desarrollo del tema que abordas. Y genial el broche … «apaga la tele y abre un libro»…
Buenas noches.
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Gracias Isabel, me alegro de que te guste. Un beso.
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Hola,
Y tú qué estas leyendo ahora?
Seguro que me va a parecer interesante, o quizás no.
Cuenta please.
Saludos,
Anne
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Pues ahora mismo estoy terminando de releer «Baila, baila, baila» de Murakami. Un beso y bienvenida a mi blog.
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Esto… ¿alguien sabe cómo se pone un emoticono de «aplausoentusiastayenfervorizadopuestaenpieconlágrimasenlosojos»?
A más de uno le convendría leer este post antes de decidirse a «educar» a otro ser humano.
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Vaya… emocionante tu comentario. Muchísimas gracias por tu sinceridad. Yo pondría el emoticono de «tanagradecidoqueseteponenlasmejillasrojasysientesalavezvergüenzayorgullo». Un abrazo grande para ti. Me encanta que te encante.
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😉 (este sí se hacerlo…)
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