amigos

Desde la distancia y la sabiduría que otorgan los años, me doy cuenta ahora de que nunca fui lo bastante consciente de mi forma de transitar por el mundo. Recuerdo haber vivido cada instante con más o menos intensidad, con más o menos elegancia, con más o menos honestidad pero con un grado de inconsciencia que ahora me pone los pelos de punta. No me paraba a pensar, no trataba de ponerme en la piel del otro, no sopesaba motivos… si alguna vez hice alguna de estas cosas fue por pura inercia, porque así me educaron y así soy, pero no de manera voluntaria.

Naturalmente no se cómo habría sido mi vida si me hubiera parado a reflexionar más a menudo. Seguramente hubiese habido más cambios de los que ahora se me puedan ocurrir y algunos tal vez para peor, no digo que no, pero sí que estoy absolutamente seguro de una cosa: hubiera cultivado más la amistad. Es, quizás, el único punto donde de verdad veo carencias. Por supuesto que tengo amigos, pero menos de los que me gustaría y no por falta de oportunidades, sino por una dejadez absurda en el mantenimiento de la relación por mi parte. Tantos viajes, tantas idas y venidas, tantos cambios de actividad, de barrio, de país, de oficio… no son excusas, pero sí son motivos. Los enumero con los ojos empañados, con toda la sinceridad que me cabe en el alma y lamentando lo que pudo haber sido y no fue.

Si sirve de algo (que creo que no), desde aquí me gustaría lanzar un mensaje a todas esas personas que alguna vez fueron mis amigos/as (seguro que ellos/as saben quienes son), para decirles que lo siento mucho y que en mil vidas más que viviese, les querría cerca en novecientas noventa y nueve.

Lamentablemente en la vida no nos dejan ensayar. Debería haber una vida de ensayo y luego ya la de verdad ¿No sería mejor para todos? Yo creo que incluso habría menos crímenes y menos pecados. A lo mejor a Dios nunca se le ha ocurrido. Tal vez si lee este post…

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