La vida arrasa con todo

Hay gente que pasa por la vida como meros espectadores, como si hubiesen pagado la entrada a una orgía en la que solo estuviese permitido mirar. Lo malo es que parece ser que nadie les ha explicado que la cosa no va por ahí, que pueden y deben participar, que la orgía es para todos y que, simplemente por el hecho de nacer, ya tienen derecho a gozar.

Pero también hay gente que nace en países donde sobrevivir hasta los 15 años ya es un mérito enorme, así que ni se les pasa por la cabeza que a la vida se venga a disfrutar, no lo conciben hasta que lo ven en la tele y entonces se meten en un barco medio roto para intentar llegar a esos lugares donde se celebran las orgías. Qué poco se imaginan estos tipos que cuando lleguen no se van a encontrar con ninguna fiesta, que no verán oro en los portales ni diamantes en los semáforos, que eso que brilla no son más que lentejuelas baratas, puestas ahí para confundir a la gente y hacernos creer que vivimos en un estado de algarabía permanente.

La orgía de la que yo hablo está en el interior de cada uno. Está claro que si pasas hambre será muy difícil que puedas sentirte lo suficientemente equilibrado como para pensar en tu diseño interior, pero tampoco es descartable. Solo hace falta que te des cuenta de que vivirás una única vez. Ese debería ser el punto de partida, el lugar desde donde mirar a tu alrededor y tratar de percibir qué sientes, cómo lo sientes y porqué lo sientes. Solo la sinceridad nos conducirá a conocernos a nosotros mismos y solo conociéndonos podremos gozar. Es necesario saber desde qué te gusta que haya en tu desayuno, hasta el carácter que prefieres que tengan tus amantes. Cuantas más cosas sepas de ti, mucho mejor. Ahora bien ¿cuál es la forma de aprender cosas sobre ti? Pues pasando mucho tiempo contigo, dialogando, haciéndote preguntas, viviendo experiencias nuevas. En este sentido resulta ideal viajar en solitario. Ahí se te presenta la ocasión de vivir contigo, a solas, las 24 horas del día.

Transitando este camino, seguramente te irás llevando más de una sorpresa y cuantas más cosas sepas sobre ti y más sorpresas te lleves, mucho mejor. Ahora ya sabes que para desayunar prefieres las cosas saladas antes que las dulces, el café antes que el té, no te gusta el zumo de naranja, no quieres ni la tele ni la radio porque prefieres el silencio y lo ideal es un desayuno bien temprano para poder llegar prontito a la playa.

Y así con todo lo demás.

Claro que este tipo de conclusiones las has sacado después de probar cientos de variantes de tu desayuno, estando siempre muy atento a ti mismo. Finalmente das con una combinación de elementos que se parece mucho a tu ideal soñado. Luego, por supuesto, llega la vida y arrasa con todo y resulta que tienes tu desayuno perfecto a tu disposición pero ayer tuviste una discusión con tu pareja, o te fue mal en el trabajo, o se murió tu loro y resulta que, a pesar de ese maravilloso desayuno, te sientes profundamente infeliz.

Pues sí. Pero sería peor si el desayuno fuese una mierda ¿no?

La verdad es que hagas lo que hagas, la vida siempre arrasa con todo y da lo mismo los planes que hagas porque tu propones pero ella dispone. Por eso hay que intentar vivir bien, pasarlo bien, sentirnos bien cada vez que podamos, porque no sabemos si al minuto siguiente podremos.

4 comentarios en “La vida arrasa con todo

  1. Así se habla. Yo llevo un tiempo reflexionando sobre la cantidad de tiempo que la gente dedica ahora a estar pendiente de lo que otra gente hace a cada minuto (a través de las redes sociales, sobre todo). Creo que todos deberíamos agradecer seguir vivos de la mejor forma posible: VIVIENDO. Y para eso hace falta conocerse a uno mismo, desde luego, y estar dispuesto a hacerlo. No paramos de parlotear sobre la vida de otras personas y, lo cierto, es que hay que dedicar más tiempo a intentar conocerse y descubrirse a uno mismo, lo primero. Ese tiempo de soledad buscada, de reflexión interna sobre nosotros mismos… Cada vez se valora menos. Mucha conectividad, sí, pero tanto ruido, a veces, no permite conectar con uno mismo.

    Bueno, por otro lado, sólo recordarte que leo siempre todo lo que escribes (aunque no comente) porque me sigue dando buenas vibraciones. Y, por cierto, el otro día me alegré de ver el comentario aquí de Álvaro, otro bloguero al que sigo desde hace años, aunque un poco de incógnito (hace siglos que no dejo un comentario por su blog). Me gustó ver ese tipo de conexión… Aunque todo dependa, probablemente, de los algoritmos que se encargan de recomendarnos uno u otro blog…

    Un abrazo. Y, lo dicho, siempre me llevo una poderosa reflexión de cada entrada… Pensando en qué desayunaré boy 🙂

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    1. Tienes razón en que hay mucha conectividad pero poca conexión. Parece ser que es la tendencia que nos espera para el futuro más inmediato.
      Gracias por seguirme, por leerme y por participar. Gracias también por permitirte el tiempo de reflexionar sobre lo que lees. Te mando un abrazo grande.

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  2. Estoy leyendo un libro tremendo: ‘Océano África’, del periodista Xavier Aldekoa, donde relata montones de experiencias vividas en el corazón de un continente del que sólo nos acordamos cuando hay hambrunas y guerras fratricidas espeluznantes. El autor escribe sin paternalismos, sin situarse en la típica postura de superioridad intelectual del europeo culto y civilizado. Son historias de personas que, como todo el mundo, tratan de ser felices, aun en los contextos más terribles que uno pueda imaginar. Se lee con el corazón encogido a ratos, con admiración en otros, también con indignación y la incomprensión hacia nuestra propia especie, capaz de matar, de condenar a la miseria, de destrozar entornos maravillosos, simplemente por la codicia.
    Conocer realidades tan escondidas a nuestros ojos occidentales ayuda a relativizarlo todo.
    Un abrazo.

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